El abrazo que habla

River dominó a voluntad a Aldosivi y el 2-0 quedó corto. Enzo Pérez hizo el segundo y fue a abrazar a Gallardo...

Deportes 27 de agosto de 2021 Identidad Noticias
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Era un partido raro. Parecía que River iba a hacer el tercero o el cuarto antes que el segundo, pero el segundo no llegaba nunca. Lógicamente, en medio de esta situación un poco extraña que estamos viviendo, con las energías un poco cruzadas, sobrevolaba la idea de que este tipo de partidos se terminan complicando. Sobre todo cuando hay señales de que la mano torcida no se endereza, como por ejemplo no aprovechar una vez más un penal, una situación que ya parece grotesca.

En medio de todo eso, de los vaivenes emocionales de un partido que parecía definido en el trámite con un jugador más pero en el resultado estaba a un solo gol de distancia, mientras River se perdía un gol tras otro y cuando ya el reloj empezaba a amenazar con llegar a esos minutos donde las distancias chicas en el resultado emparejan las grandes diferencias de rendimiento, llegó el segundo, nada menos que de Enzo. Y Enzo no esbozó una sonrisa en el festejo, sino que le dio con furia a una pelota que vaya uno a saber dónde fue a parar y corrió a darle un abrazo al Muñeco. Fue un desahogo enorme y llamativo, o no tanto. 

Es un abrazo de dos héroes. Es un abrazo que dice mucho en este momento especial que vivimos. No somos tontos. Hay un país esperando que en unos meses se produzca el mil veces anunciado final del Muñeco y en River hay temor, claramente. Se le ha metido en el cuerpo la duda a la gente y eso condiciona todo. Incluso condiciona los ánimos del equipo, de cómo miramos los partidos, de la fortaleza que tenemos para superar los momentos difíciles que siempre tiene el juego. El River del Muñeco siempre fue un equipo emocional y ahora no va a ser la excepción. El partido fue un baile de principio a fin pero sólo cuando Enzo hizo el segundo sentimos cierta garantía. Y eso que hasta ahí la línea de tres había mostrado solvencia en la cobertura defensiva y criterio en el inicio de las jugadas, que Zuculini más metido como cinco tapón había permitido que el jugador más sabio que tiene River, Enzo, se soltara para jugar libremente para hacerse el eje de la circulación ofensiva.

También fueron importantes los laterales profundos (vimos un muy buen Casco) y un gran PT de Julián Alvarez, que incluyó un golazo, un mano a mano que no definió del todo bien y le tapó el arquero, y el maldito penal entregado, un karma del ciclo. Romero jugó para el equipo y Suárez tuvo otra noche de las raras, medio a contramano, amenazando con ser quien puede ser y concretando muy por debajo de su potencial.

Era todo de River. Fue todo de River. Hasta que llegaron los cambios, el equipo se desdibujó y le dimos la posibilidad al rival de generar un par de acciones de peligro, cuando ya nada hacía pensar que el resultado estuviera en peligro. Es raro lo que pasa con los cambios, recurrentemente. 

El abrazo de Enzo y el Muñeco termina siendo el símbolo de una noche en la que River se reencontró con un triunfo claro, buenos momentos de fútbol, dos golazos, lindas combinaciones y la sensación de que una extraña energía recorre los cimientos del Monumental, se desplaza por los pasillos, sale por el túnel y se mueve para acá, se mueve para allá en el verde césped. En momentos así, más unidos que nunca. Todos juntos. Ayudando al compañero, apretar los dientes y pelear, pelear duro.

Se puede ganar el campeonato.

 

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