Presos de la prisa: el estilo de vida que afecta la salud de las personas

El estar constantemente ocupados con cuestiones urgentes que no pueden esperar se ha convertido en un modo de vida no solo común, sino también altamente valorado, en la actualidad.

Opinión 19 de marzo de 2021 Identidad Noticias
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Vivimos en una sociedad que ha desarrollado un ritmo feroz de velocidad en sus vidas, que implica considerar más importante dar respuesta a un e-mail o mensaje de WhatsApp que comer, conversar con los seres queridos y hasta dormir. La prisa por recibir respuesta va acompañada de una ansiedad generalmente desproporcionada con respecto al tema en cuestión, y que produce un gran desgaste del sistema nervioso.

Todo es urgente y requerimos eso de nosotros mismos y de los demás. Estar sumamente ocupados y, por lo tanto, no tener tiempo para nada más, se ha transformado en un aspecto positivo, al punto de comentarlo desde un lugar de orgullo y de superioridad. Se descalifica así a todo aquel que no vive en esa espiral de aceleración sin fin, como si imitar a Forrest Gump -de la película protagonizada por Tom Hanks- fuese lo correcto.

¿Será que así somos más eficientes y, gracias a ese ritmo acelerado, producimos más y mejor?
El año pasado, una investigación realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), publicada en la revista The Economist, concluyó que cuanto más trabajaban las personas, más disminuía la productividad.

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La cuestión es que llevamos un estilo de vida de constante estimulación violenta y compleja de los sentidos, que nos hace progresivamente menos sensibles y, así, más necesitados de una estimulación aún más violenta. “Anhelamos la distracción, un panorama de visiones, sonidos, emociones y excitaciones en el que debe amontonarse la mayor cantidad de cosas posible en el tiempo más breve posible”, nos decía Alan Watts.

¿Qué podemos hacer ante esta cultura de la velocidad que se torna claramente más acelerada?

Primero, tomar conciencia de que es necesario administrar esa velocidad y utilizar herramientas para hacer pausas durante el día, saber poner límites a nuestra propia autoexigencia, que nos conduce a una sociedad del cansancio, según la descripción de Byung-Chul Han en su libro denominado, justamente, La sociedad del cansancio. En la actualidad, mediante el sistema de teletrabajo, somos nuestros propios jefes y nos autoexigimos de manera impiadosa.

¿Deberíamos retirarnos a una vida lenta y alejarnos de la tecnología?

En absoluto lo considero una buena solución. El cuidado de los excesos consiste en administrar nuestros ritmos e impulsos, ubicándonos en un punto medio y evitando los extremos. Podemos ir rápido en momentos, siendo conscientes de que no debemos perder la capacidad de la contemplación, del análisis y de la profundidad. Cerrar los ojos, respirar con placer, sentirnos y comprobar empíricamente que durante esas pausas es cuando florecen la intuición y la creatividad productiva.

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Los minutos que podamos ahorrar corriendo no nos darán mejor calidad de vida.

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